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Me permití otorgarte, entre la pureza de esta carta, la acolchada comodidad que inspira la luna para que en ella puedas descansar.
Decidí obsequiarte ratos de felicidad en el brillo de mis ojos cuando admiro tu belleza sin disimular… el recuerdo de una buena amistad tallada sobre el firmamento estrellado en una cálida noche de verano.
Hoy, bella durmiente, encomendé a este sencillo papel embriagarte de sonrisas; para cuando sientas que tus días avanzan de prisa, cuando te encuentras sumergida y crees que no hay salida. Simplemente hacer de estas líneas, una libre utopía disfrazada de melodía; nota musical que se alojará en tu corazón para toda la vida.
En este día para recordar, bella durmiente, dejé al cuidado de esta página, verdosos campos de buenos deseos para ti. Esos que destilan aroma a sueño inmortal en un momento de encuentro temporal que no se marchita jamás.
Ahora, en este presente inesperado y el futuro indeciso que vivo, no hice más que entregar, en manos de esta cuartilla; para ti, un instante fugaz hecho realidad… momento ideal para guardar tan celosamente como el tesoro más valioso de tu propiedad. Desde hoy, correrá por cuenta de esta página convencerte de la composición nacida desde los más altos éxitos de la inspiración, exteriorizada en esta plana, la sinfonía de quimera hecha canción; palpitar del inquieto sentimiento por encontrarte en mi mundo hoy.
Quiero quede grabado, en lo eterno de esta hoja, las más profundas emociones que abren camino por ti, la brillante mezcla de remembranzas; concibiendo hacia mi, tu imborrable figura de princesa feliz.
Respiro en la noche y suspiro en el día, ruego al destino por mi próximo encuentro inesperado en tu vida, nacer junto a ti cuando la tarde agoniza. Repetir palabras fortuitas en los minutos desamparados de mañana, ¡estamos ocupando una partícula de nuestro espacio indeterminado!, el sueño sigue enjaulado, mi mirada te siguen gritando:
Eduardo Pimentel (biweu)