“Cada cabeza es un mundo” y no todos pensamos igual. Esto sucede
con el conocimiento; entendiéndose que son hechos o información aprendida a
través de la experiencia, procesos cognitivos y la práctica durante la etapa de
formación.
Esta universalidad sobre el conocimiento llevo a muchos investigadores a estudiar dicho desarrollo como
un bien intangible necesario para hacer crecer, innovar y amplificar al máximo
una organización.
Nonaka y Takeuchi destacan en el mundo de la gerencia al
definir un modelo que explica los procesos y etapas que interviene en la
creación del conocimiento a partir de dos tipos: El explícito, que puede
expresarse con palabras y números; y el tácito: de tipo personal con raíces en
las acciones y la experiencia individual.

Es decir, que la creación del conocimiento inicia desde los
individuos que desarrollan la razón sobre cómo realizar una tarea, luego lo
aprendido es compartido a través de la externalización, este es sistematizado
al comprobar los saberes derivados de diferentes fuentes, y por último, se
interioriza al evolucionar de conocimiento explícito a tácito.

Este modelo de gestión de conocimiento será efectivo si en
las empresas se batalla contra el diarismo, y se aprovecha el potencial basado
en el conocimiento para enfrentar el tareismo y otras dinámicas empresariales
que no permiten la organización y la documentación del conocimiento.
En síntesis, este modelo debe entenderse desde el punto de
vista estratégico, como detonante para
explotar las potencialidades que existen entre el personal que constituye una
organización a través de la creación de conocimiento novedoso para innovar y
expandir la empresa.
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